Para la garganta... las rosquillas de San Blas ¡Sin suda alguna! Esa tradición me viene de mis mayores, y por eso, como todos los años encamino mis pasos hacia la iglesia de la Magdalena.
El maravilloso patio de las abluciones es una autentica bulla, un trasiego grande, de gentes de Jaén que, respetando esa tradición, llegan a la Magdalena para comprar "por un euro" las tradicionales, famosas y medicinales ROSQUILLAS DE SAN BLAS.
Este hermoso patio magdalenero por excelencia, luce hoy totalmente restaurado, en todo su esplendor, rezumando historia por los cuatro costados, en sus paredes, en sus piedras romanas, en sus posteriores construcciones árabes. Toda una delicia, que podemos disfrutar en las siguientes imágenes.
Desde tiempo inmemorial, se venera en la parroquia de la Magdalena una imagen de San Blas, y a ella acercan los jaeneros, cada 3 de febrero, a sus cultos anuales, y después de adquirir sus bendecidas rosquillas para pedirle todo tipo de bienes, como se hace en muchos puntos de nuestro país, pues no en vano este santo era conocido por su don de curación milagrosa, como aquella ocasión en que salvó la vida a un niño que se ahogaba al tener clavada en la garganta una espina de pescado.
Nos cuenta la leyenda que a San Blas se le acercaban igualmente toda clase de animales enfermos para ser sanados pero que, curiosamente, no molestaban al santo cuando hacía sus oraciones. Fueron muchas las curaciones que se le atribuyen, hasta que fue torturado y decapitado.
Y Jaén, siempre atento y respetuoso con las tradiciones de nuestros ancestros y con la religiosidad de que siempre ha hecho gala, recuerda este día y fiel a la tradición, no olvida recoger sus rosquillas para regalo de amor y respeto a todos aquellos a los que deseamos la pronta recuperación de alguna enfermedad.
Ambrosio de Morales y el deán Mazas atribuyeron el origen del estanque de la antigua mezquita a los romanos, tanto por las bóvedas de ladrillo y argamasón tan característicos de Vitrubio, como por los restos arqueológicos allí encontrados y, especialmente, por una piedra con inscripción referida a Cayo Sempromio Semproniano, luego depositada en la iglesia de San Miguel. Es posible, pues, que este estanque para las abluciones musulmanas, abastecido por las aguas del raudal de la Magdalena y cuyos desagües regaban bosques y alamadas de sus bajuras, hubiera sido construido y utilizado por los romanos.
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