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domingo, 25 de octubre de 2020

JAÉN EN COMIC, nuestra historia, leyendas y tradiciones a cargo del estilo personal y de magnífico dibujante, de Jesús Cobo Molinos.


El blog cultural de la ciudad de Jaén, JAENDONDERESIDO, sigue añadiendo nuevas temáticas, nuevas secciones, y ampliando la diversidad de estilos, en muchas ocasiones muy especiales y únicos.
Este es el caso de nuestra nueva sección que titulamos JAÉN EN COMIC, y que está destinada a contar la historia y tradiciones de nuestra ciudad, a través del estilo tan peculiar y lleno de humor, aunque no exento de rigurosidad, que le imprime nuestro nuevo colaborador Jesús Cobo Molinos. Una sección que además, quiere hacerse notar especialmente en los niños, para llegar de forma amena, atractiva, sugerente y que despierte interés desde su más tierna infancia por los temas de nuestra ciudad, su historia, tradiciones, leyendas, etc.

Natural de Jaén, Jesús Cobo es licenciado en biología experimental y doctor en biomedicina. Actualmente es investigador del área de cirugía de la Universidad de Jaén e investigador médico y coordinador de ensayos clínicos en el servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del hospital Neurotraumatológico de Jaén y del servicio de medicina intensiva UCI del hospital Médico quirúrgico de nuestra ciudad. 
En los últimos años ha unido estrechamente su faceta de investigador con su fe, encontrándose inmerso en un estudio sobre las reliquias que de Jesús se conservan actualmente en los templos y basílicas más importantes del mundo. 
Esto le ha llevado a realizar varios viajes que no os vamos a relacionar, puesto que ya los hemos citado en su presentación en redes sociales.
Jesús ya ha colaborado con JAENDONDERESIDO puesto que ha sido el protagonista de dos de nuestras Noches Jaeneras, concretamente las ediciones número XVII y XVIII, con un gran éxito de asistencia de público.
Ahora, y a nuestra invitación, acepta el reto de convertir a comics nuestra historia, leyendas y tradiciones, enfocada para todos los públicos, y muy especialmente a los más pequeños. Jesús Cobo, pertenece al grupo VIÑETA 6, Asociación Cultural dedicada a la promoción del Cómic en Jaén.
Con la especial visión tan personal y sutil de nuestro invitado, enfocamos a través de su estilo y su humor tan peculiar, un repaso a nuestras entrañas jaeneras, que esperamos sea de vuestro agrado.

LA VIRGEN DE LA CAPILLA

En la noche del 10 al 11 de junio del año 1430, ocurre un echo extraordinario, presenciado y registrado por testigos presenciales. Lo conocemos como el "Descenso de Nuestra Señora a la ciudad de Jaén".
Aquellos vecinos, contemplaron como la Virgen, con "un cortejo celestial", se detenía en el lugar donde hoy se alza la Basílica Menor de San Ildefonso, cuyo templo dió origen a esta arraigada advocación Mariana. Desde aquellos tiempos, los cultos a Nuestra Señora son la constante en la vida religiosa de la ciudad, y se celebran multitud de actos religiosos así como la conmemoración anual de este milagroso descenso.
Existen muchísimos datos y referencias sobre la devoción del pueblo de Jaén a "su" Virgen de la capilla, recogidos en diversas Publicaciones por ejemplo por Vicente Montuno Morente o Isidoro Lara Martín-Portugués, cuyos trabajos recogen el fervor de la ciudadanía a través de los siglos, para con su patrona.


La Virgen de la Capilla es una talla en madera de 0ʻ70, y que hasta hace no muchos años era de color moreno y lleva un Niño en los brazos. En el año 2010 la imagen llegó a Jaén totalmente restaurada, mostrando el aspecto que a día de hoy ofrece. 
En la iglesia de San Ildefonso, la imagen tiene Capilla propia y aparte, existe el llamado retablo del "Descenso", diseñado por Pedro Duque Cornejo, que representa el Cortejo de la Virgen por la ciudad. También a espaldas de uno de los laterales la basílica, está la Casa-Museo de la Virgen de la Capilla, que custodia su patrimonio histórico y artístico, y que está muy próximo a la Academia Bibliográfica Mariana, centro cultural dedicado a la investigación y estudio de temas marianos.
Desde el siglo XVI existen constancia de fechas históricas de Jaén ligadas a la Virgen de la Capilla. Hay constancia documental de la existencia de varias Cofradías bajo esta advocación.
El 11 de junio de 1930 se llevó a cabo la coronación canónica de la Virgen de la Capilla, y el 31 de mayo de 1950, el Papa Pío XII, declaraba a la venerada imagen "Patrona de la ciudad", junto a Santa Catalina de Alejandría.
Posteriormente, el 5 de mayo de 1967, el Ayuntamiento de Jaén le concedió el título de "Alcaldesa Honoraria de la ciudad."
Innumerables cultos y festejos se han consolidado constituyendo, año tras año, una apasionada prueba de la devoción mariana del pueblo de Jaén, conmemora del Descenso con el júbilo y alborozo propio de estas fiestas. El día grande, 11 de junio, se  conmemora Descenso, y los Cabildos Catedralicio y Municipal renuevan el voto de la ciudad a la Madre, Patrona, Alcaldesa y Reina de Jaén. Ofrenda de flores y solemne procesión completan con grandiosidad la fe que durante todo el año y en el discurrir de los siglos, los giennenses sienten hacia su madre y patrona.

Textos: JAENDONDERESIDO.


EL LAGARTO DE JAÉN

Esta leyenda es, sin lugar a dudas, la más famosa de la capital. Así que no es de extrañar que la misma se haya convertido en uno de los símbolos de la ciudad, presente en la vida diaria de los jiennenses.

LA LEYENDA

Hace muchísimos años, era Jaén tierra feliz, en ese gran manantial del Raudal, habitaba una bestia inmunda, grande como montaña, fiera como demonio, fea como maldición y hambrienta como rebaño de leones. Aquella bestia horrible, a la que los habitantes de la gran ciudad llamaban Lagarto, se dedicaba a merendarse todos los atardeceres a alguna de las hermosas pastiras, que con la tranquilidad de su labor, se acercaban a llenar los cántaros de agua al manantial del Lagarto.
Al principio, dicen las gentes que comía un muchacho o muchacha cada mucho tiempo, quizá porque fuera pequeña la bestia. Conforme crecía el Lagarto, agrandó tanto su estómago que precisó en su merienda una doncella diaria. No contento con esto, aprovechaba el amanecer para desayunarse a algún caballero trasnochado, que regresara a su casa tras gozar de la compañía de doncella ligera, o a algún hortelano adormilado que se acercara al raudal. La situación era insostenible. Nadie se acercaba a su guarida. Cuando el hambre apretó, comenzó a salir la fiera de la cueva y a recorrer las calles del honrado barrio de La Malena, en busca de alimento humano para no fenecer y aliviar los dolores de su escandaloso estómago. Aquello no podía continuar así.
Llegó un día en que un valiente Preso se ofreció a matar al Lagarto a cambio de su libertad. Vio el Concejo de la Ciudad que era buena la proposición del reo, por lo que pronto lo llamó a su presencia. Les explicó el presidiario el plan que había ideado y a cambio pedía la libertad si llevaba a buen término semejante hazaña. Solicitó el Preso el pellejo de un cordero recién muerto, para que bien huela a carne de animal aún vivo, pólvora a convenir, un gran saco de panes calientes para hacer un rastro apetitoso a tan sibarita bestia y un caballo veloz. 
Un amanecer, mientras el Lagarto dormía, llegó al trote hasta su guarida. Siguiendo el plan previsto, tras despertar a la bestia inmunda, dejó un rastro de pan caliente que el Lagarto siguió hasta la Plaza de San Ildefonso. Una vez llegó allí, vio el Lagarto la piel del cordero, que previamente se había llenado del material explosivo. Encendió el preso la mecha y enseguida, de un solo bocado, tragó el Lagarto el cordero, que en llegándole a su incansable estómago le abrasó las entrañas y explotó, pegando el horrible animal un reventón como jamás se hubiera escuchado antes en la ciudad.
Hay quien dice que al Lagarto lo mató un valiente caballero. Otros cuentan que fue un pastor al que la terrible criatura comía sus ovejas. Dícese también que reventó la bestia tras atiborrarse de panes calientes. Nos hablan también de yesca y no de pólvora, e incluso hay quien dice que murió la bestia a manos de un caballero revestido de espejos.
Sea como fuere, lo cierto es que cuando reventó tres días de fiesta se dieron en todas las plazas. Vino y alegría repartieron las gentes por todas las calles. Las pastiras volvieron a coger agua en el manantial, los labradores volvieron a labrar, los curanderos volvieron a curar, y cada vez que alguien hizo mal desde entonces, y aún hasta hoy, dícesele fuertemente: "Así revientes como el Lagarto de la Malena", porque nunca hubo reventón tan grande y tan fuerte en el mundo entero ni en sus confines.

Se trata del mito del Dragón, localizado en Jaén con gran arraigo entre su población y que, según algunos eruditos, dicho mito llegaría hasta la ciudad de manos de comerciantes fenicios, sirios o, muy posiblemente, de judíos que llegaron a la península todavía bajo dominación romana.


PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL

El Lagarto de Jaén fue recientemente elegido uno de los diez Tesoros del Patrimonio Cultural Inmaterial de España, y el 2 de Julio fue declarado por el Ayuntamiento de Jaén, en año 2009, como día oficial del Lagarto de la Magdalena.
El patrimonio cultural inmaterial se define, según la Convención para la Protección del Patrimonio Inmaterial de la Unesco, como los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades, los grupos y, en algunos casos, los individuos reconocen como parte integrante de su patrimonio cultural. Algunas de sus características son las siguientes: se transmite de generación en generación; es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia; infunde a las comunidades y los grupos un sentimiento de identidad y de continuidad; promueve el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana; es compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes; cumple los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.
(Texto gentileza de Asociación Cultural Iuventa)


LA MONA DE LA CATEDRAL

La "Mona" de la catedral de Jaén, es una escultura que representa a una persona sentada "al estilo moro" que se sujeta los pies con las manos y tocada de una especie de turbante. Puede tratarse, según los investigadores de un "bafomet", imagen de carácter esotérico.
La mayoría de las catedrales góticas de España poseen grandes imágenes simbólicas en sus fachadas. En el caso de Jaén tenemos la famosa "Mona de la Catedral" situada en un contrafuerte del muro gótico de la catedral.
Sin embargo hace unos años, se fotografió tanto a este personaje como el friso que adorna este muro y se descubrió que la mona no es un animal ni un personaje oriental, lleva sobre su cabeza la barretina que es un gorro típico de la zona de Aragón y Cataluña, lo que nos puede indicar que este personaje pueda posiblemente ser el autorretrato de alguno de los maestros canteros que trabajaron en la factura de la segunda catedral gótica de Jaén.


LA LEYENDA

Según la tradición a finales del siglo XIX unos niños que habían oído de sus mayores el encantamiento maléfico que pesaba sobre la pequeña figura -lo que les hacía rehuir este lugar para sus juegos-, por dárselas de valientes, decidieron cierta tarde bajar hasta la Plaza de San Francisco y pasar bajo la imagen demoníaca de la Mona, ante el estupor de las personas que por allí andaban, pues evitaban tanto mirarla, como pasar cerca de ella. Desoyeron los niños las asustadas peticiones de aquellas gentes, a las que parecía que les iba en ello la propia vida, y primero más retraídos y después más resueltos, pasaron una y otra vez bajo la adusta silueta de aquella imagen a la que, una vez se hubieron desinhibido totalmente, le proferían insultos y gestos soeces. De vuelta a su Barrio, los niños fueron recibidos como héroes por la chiquillería, y sobre todo por las niñas. Enterados sus padres, les recriminaron duramente su actitud y les prohibieron volver por allí. Días más tarde hicieron una nueva visita a la Plaza en compañía de aquellos que dudaban de su anterior bravura. Una vez llegados al lugar, se pavonearon de su valentía, mientras que algunos de ellos permanecían un tanto alejados para no verse sometidos a la maldición de la Mona. Fue entonces cuando el más envalentonado por las miradas de admiración de los que se encontraban más lejos, hizo alarde de su inconsciencia y tomó varias piedras del suelo, lanzándolas contra la imagen del judío, hasta que una de ellas impactó contra la nariz, mutilándola. El miedo y admiración se apoderaron de los presentes cuando vieron que, a los pocos minutos, aquel niño comenzaba a sudar y a sentir escalofríos. De vuelta a la casa, los padres llamaron al médico. Este le aplicó ungüentos y le dio medicamentos, pero el niño, lejos de mejorar, se convulsionaba en la cama entre gritos. Cuando amaneció, dejaron de escucharse los gritos. Ahora eran sollozos los que salían de la casa. Eran los de la madre, viendo el cuerpo sin vida de su hijo.
Textos El Desván de Julio y JAENDONDERESIDO.

LA CRUZ DEL CASTILLO DE
SANTA CATALINA

Aquel mes de febrero del año 1916, la Cruz de Castillo de Santa Catalina, volvió a ser derribada por el fuerte viento de Jaén. Era una Cruz de madera, fuerte, erguida, que se venía sustituyendo una y otra vez, desde que el Santo Rey Fernando III ocupara la ciudad de Jaén allá por 1246.
Pero en aquella ocasión no se pensó en reemplazarla por otra Cruz de madera. Al fin y al cabo, volvería a ser objeto de la fuerza de la ventisca jaenera y los fuertes temporales.
Fue del simpático y joven grupo de Exploradores de la ciudad, del que surgió la idea de sustituirla por otra de estilo monumental y que estuviese erguida de manera permanente desafiando vientos tempestades. Y así acordaron con la Familia Balguerías, en que esta costumbre de sustituir la Cruz de madera por otra de similares características, finalizase, construyéndose otra mucho más artística, de hierro y piedra con su pedestal y por supuesto más grande. También se acordó grabar el soneto "La Cruz" del poeta inmortal Almendros Aguilar. "Así, en la más alta cumbre del Jaén Cristiano y tradicional, estará la más alta concepción de su gran poeta". De este modo nos lo contaba Alfredo Cazabán en su revista "Don Lope de Sosa" en aquel frío febrero del 2016.
Ciertamente que la Cruz que en aquel momento se colocó, no es la actual, que también mandó levantar Eduardo Balguerías allá por 1950, que es de hormigón armado, y que ni el fuerte viento ni las bruscas tempestades y cambios climatológicos conseguirán derribar nunca jamás.
Atrás quedaba la leyenda que nos cuenta cómo cuando el rey Fernando III El Santo, al entrar en Jaén tras conquistar la ciudad a los musulmanes, subió con sus tropas al castillo árabe, y ya en la cima, donde la máxima altura del cerro mostraba bajo sus pies la ciudad medieval, vió como uno de sus capitanes, en un gesto victoria alzó sus brazos y cogiendo sus espada por el mango, clavó la punta del afilado acero en la roca, quedando hincada ésta, de forma que pareciese una Cruz. La imagen tuvo que ser impresionante. Agradó tanto aquel gesto al monarca, que el rey Santo mandó que desde aquel momento, allá por la primavera de 2146, se colocase y mantuviese por los siglos en aquel altísimo baluarte, una gran Cruz, que viniese a recordar la victoria sobre los musulmanes que defendían la ciudad, y que sirviese de aviso y testigo del dominio de castilla sobre la ciudad y su antigua medina, que desde allí se divisaba. 
Atrás quedaba también el recuerdo de las monjitas del Real Monasterio de Santa Clara, que desde el convento que el propio rey Santo les fundara según cuenta la tradición, les encargó que nunca faltase en aquel cerro una cruz, y que hasta 1840 aproximadamente en que se vieron imposibilitadas de cumplir aquella orden real, lo comunicaron al obispo de la diócesis, quien transmitió el honor de mantener erguida la cruz a una prestigiosa familia de Jaén. Don José Balguerías Brunet y sus descendientes desde entonces hasta la actualidad, han venido cumpliendo su compromiso, y la Cruz del Castillo de Santa Catalina, se eleva majestuosa a la eternidad, dibujando un maravilloso paisaje a sus pies y hasta el infinito, que es punto obligado de visita para todo aquel que llega o reside en nuestra ciudad.
Nuestro colaborador Jesús Cobo Molinos, continuando con otro capítulo más de esta sección, ha sabido plasmar, con su habitual estilo e ingenio esta historia y su leyenda en el cómic que precede a este texto y cuya serie completa, siempre en constante aumento, la encontraréis bajo el título de "JAÉN EN CÓMIC".


EL SANTO ROSTRO


Según las más rancias noticias, la Santa Faz, es el paño o lienzo con el que Santa Marcela, conocida popularmente como Verónica, limpió el divino Rostro de Salvador de Mundo, cuando marchaba escarnecido y maltratado, camino del Calvario, para su crucifixión.
La ciudad de Jaén conserva esta reliquia que es patrimonio espiritual de toda la Cristiandad, y que sirve para identificarnos como la ciudad del Santo Reino, o la ciudad que guarda la "cara de Dios".
Esta reliquia se conserva en un relicario muy especial como es nuestra S. I. Catedral de la Asunción, que desde siempre ha sido el santuario que contiene la Faz de Cristo, y que ha sido durante los siglos el centro de peregrinación para que desde todas partes del mundo, los fieles pudiesen venerarla.
La S. I. Catedral de Jaén está tan expresamente dedicada a la reliquia, que es la única en su género que está rodeada de balcones, para que se pueda mostrar la reliquia a todos los peregrinos que vienen a venerarla.
Son numerosas las versiones narran cómo llego la reliquia a Jaén, desde la que nos cuenta que fue traída a nuestra ciudad por San Eufrasio, uno de los Varones Apostólicos, a los que la relacionan con el rey Fernando III  el Santo, aunque se desconoce la fecha exacta, que se sitúa entre 1368 y 1383 cuando pastoreaba la diócesis de Jaén el obispo Nicolás de Biedma, al que una tercera versión se le atribuye que pudiera ser donación suya.
Situada en la Capilla Mayor del templo catedralicio la reliquia se guarda en una gran caja fuerte que contiene en su interior un arca de plata.
El lienzo está soportado por una tabla y enmarcado en una joya de orfebrería de plata y piedras preciosas, obra realizada por el afamado platero cordobés José Francisco de Valderrama y en la parte superior se adorna con un lazo de brillantes obra de Félix Granda allá por 1940, y que fue donado por la Marquesa del Rincón de San Ildefonso, que vino a sustituir a otro desaparecido durante nuestra Guerra Civil y que había sido obsequiado por la Marquesa de Montemar.
El Cardenal y Obispo de Jaén Esteban Gabriel y Merino, consigue obtener del Papa Clamente VII una bula por la que se concedía indulgencia plenario a todo aquel que ayudase a la rehabilitación de la catedral allá por 1529 y autorizó la creación de la Cofradía del Santo Rostro de Jaén, que se componía de veinte mil hombres y mujeres que adquirían el compromiso de aportar anualmente un real de plata, cada uno, para las obras de la catedral.
Desde el feligrés más humilde hasta el más alto cargo, la reliquia ha sido objeto de veneración a lo largo de los siglos, como ejemplo diremos que los reyes de España Felipe II y Juan Carlos I, se han arrodillado ante ella, entre numerosas personalidades de todos los ámbitos.
Papas como Clemente VII y Julio III otorgaron especiales gracias y peregrinaciones, dos veces al año, el día de la Asunción a cuya advocación se dedica el templo y el Viernes Santo. En ambos casos que se lleva a cabo la solemne bendición desde el altar mayor, púlpitos y balcones, a todos los fieles, peregrinos y campos de la ciudad.
Actualmente la venerada Reliquia se presenta todos los viernes a la vista y adoración de los fieles.


LA CABEZA DEL LADRÓN QUE ROBÓ A LA VIRGEN DE LA CAPILLA

En la parte del tejado que cubre la fachada norte de la Basílica Menor de San Ildefonso, sobre el contrafuerte derecho, se puede apreciar con detalle una cabeza humana que se decía ser de diablo. Pero no es así. Aquella cabeza tiene su leyenda, que es como sigue.


Un joven cordobés de buena familia quiso expoliar las joyas de la Virgen de la Capilla; para ello quedó escondido en la iglesia y cuando salieron todos los fieles y cerraron la puerta (sacristán), se dispuso a hacer su tarea. Se dirigió al camarín de la Virgen y le rezó un Ave María para que se le fuera el remordimiento que sentía; pero aun así no soportaba su mirada, por lo que decidió ponerle un velo por encima de la cabeza, y así poder robar las joyas. Cometida esta felonía con nocturnidad, surcó los campos con la intención de poner leguas de por medio, pero cuando amaneció, sólo había llegado hasta “Los Villares” (a escasas 2 leguas) Allí se cundió la noticia del robo antes de que él llegase con su saco y, como viesen sospechoso el hato que llevaba, fue aprendido y de vuelta a Jaén, juzgado y sentenciado a muerte, a pesar de las súplicas y promesas económicas de sus padres. Así pues, la cabeza fue puesta en un palo, en el tejado del Templo, para ejemplo del pueblo. Cuando los carroñeros se la comieron, pusieron la de piedra para que no quedase olvido de cómo se pagaba semejante sacrilegio para con la Virgen.

Textos tomados del libro "Leyendas de Jaén y otras historias", de Matías D. Ráez Ruiz.


LA FUENTE DE CAÑO QUEBRADO


LA FUENTE DE "CAÑO QUEBRADO" (antes, de la Mora).

Cuenta la leyenda que la hermosa Zoraida casó con Abu-Omar, gobernador de la ciudad, teniendo su residencia en el castillo de Santa Catalina.
Se profesaban gran amor; pero su felicidad fue efímera pues, asesinado Abu-Omar por un traidor, aprovechando que aquel tuvo que bajar a Jaén, y enterada de ello la bella Zoraida, ésta enloqueció y huyó del castillo, encontrándola después en el mismo lugar en que asesinaron a su marido donde, por la pena, se hirió de muerte con la propia daga de su amado.
Añade la tradición, que en ese lugar brotó la fuente de Caño Quebrado, siendo la primera agua que manara, las mismas lágrimas de Zoraida.
No se extrañen si al atardecer, ven por allí los espectros de dos enamorados vestidos a la usanza árabe, fundidos en un abrazo de infinito amor.
Refieren que este fantasma hace su aparición en el castillo viejo, en una habitación del Parador. En tal sentido, unas turistas allí hospedadas, comentaron a la guía oficial de turismo Eva de Dios,  que en el piso de arriba se escuchaban gritos, correr muebles, etc. y que, asomándose una de ellas a la puerta, vio como una mujer disfrazada de princesa mora la miraba fijamente y desaparecía acto seguido. Más sorprendidas se quedaron cuando Eva les dijo que arriba no existía piso, sino tejado.

Texto tomado de la obra, Leyendas de Jaén y otras historias, de Matías D. Ráez Ruiz.

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