Nuestra querida catedral, es un maravilloso relicario donde se custodia, entre innumerables obras de arte y objetos religiosos de gran valor, la reliquia del Santo Rostro de Cristo –conocida también como verónica-, y que aceptamos como el auténtico rostro de Jesucristo, nuestro redentor, que se quedó impreso en el lienzo con que Santa Marcela le secó el rostro en su camino al Calvario.
La reliquia del Santo Rostro, expuesta en el Altar Mayor de la S.I. Catedral.
La S.I. Catedral, es un inmenso relicario construído a especie de arca que guarda el Santo Rostro de Cristo.
La S.I. Catedral, es un inmenso relicario construído a especie de arca que guarda el Santo Rostro de Cristo.
Imagen de Santa Marcela (conocida popularmente como "la Verónica") perteneciene a la cofradía de Nuestro Padre Jesús de los Descalzos.
Las más antíguas tradiciones nos aseguran que el Santo Rostro o Santa Faz de la ciudad de Jaén, es el lienzo con que Santa Marcela, conocida popularmente como la Verónica limpió el transido rostro de nuestro Salvador, cuando marchaba camino del Calvario.
Esta sagrada y venerada reliquia, considerada patrimonio espiritual de la Cristiandad se guarda celosamente en su relicario, la Santa Iglesia Catedral de Jaén, santuario de amor y centro de peregrinacion de todo el orbe cristiano, y que a lo largo del tiempo ha hecho que se identifique a la ciudad de Jaén como la ciudad del "Santo Reino".
Son varias las versiones que nos hablan de la llegada a Jaén de la sagrada reliquia. Una de ellas nos narra cómo fue traída a Jaén desde la ciudad de Roma por San Eufrasio, uno de los varones apostólicos que evangelizó la región andaluza. Otra versión la relaciona con el rey Fernando III el Santo, que conquistó nuestra ciudad allá por 1246.
La presencia del Santo Rostro en Jaén, está aceptada -aunque sin precisar fecha exacta- allá por el siglo XIV, aunque otras versiones se remontan a los años entre 1368 a 1383, época en que nuestra diócesis estaba regida por el obispo Nicolás de Biedma, llegando incluso a contemplarse la posibilidad de que fuese una donación de este prelado a la ciudad.
La reliquia del Santo Rostro se guarda en el interior de una enorme caja fuerte construída en la Capilla Mayor del templo matriz de la ciudad, y en cuyo interior se coloca un arca de plata de aproximadamente 40 centímetros de anchura, 63,5 de alto y 25,55 de fondo, todo ello precintado por "siete llaves".
Arropando a la tradición, numerosos escritos y estudios aseguran que el Santo Rostro no es una pintura, sino una imagen impresa, que está colocada sobre una tabla de 22 por 30 centímetros y a su vez enmarcada por una joya, auténtica filigrana en plata y piedras preciosas obra del platero cordobés José Francisco de Valderrama (en su confección se emplearon 191 rubíes, 210 esmeraldas y 193 diamantes), que en su parte superior posee un hermosísimo lazo de brillantes obra de Félix Granda que lo hizo en 1940 y que fue donado por la Marquesa del Rincón de San Ildefonso y que vino a sustituir a otro desaparecido en la guerra civil de 1936-1939, que a su vez había regalado la Marquesa de Montemar.
Allá por el año 1529, el obispo de Jaén Esteban Gabriel y Merino obtuvo del Papa Clemente VII una Bula que otorgaba indulgencia plenaria a todo aquel que contribuyera a las obras de reconstrucción de la Catedral y autorizó una cofradía fundada para su culto (compuesta por veinte mil hombres y mujeres) que tendrían que contribuir "con un real de plata cada uno" al año, para las obras de la catedral.
Esta cofradía fundada en 1530 desapareció hacia el año 1843 de forma definitiva y aunque hubo algunos intentos, no se volvió a reorganizar.
Los Reyes de España, desde la época de Felipe II (en 1570) hasta nuestro actual monarca Juan Carlos I (en 1980) se han postrado ante la reliquia del Santo Rostro de Cristo de Jaén.
Igualmente numerosos Papas, entre los que cabe destacar a Julio III o Clemente VII han concedido gracias especiales peregrinaciones, en especial dos veces al año en los días en que se celebran la Asunción y el Viernes Santo, en los que la imagen del Santo Rostro bendecía desde el altar mayor, los púlpitos y los balcones de la fachada catedralicia a los numerosísimos fieles que en tales fechas se aglutinaban en la ciudad y a todos los campos.
En la actualidad cada viernes la reliquia ante la que se han postrado reyes, autoridades religiosas, jefes de estado y millones de personas, se muestra y presenta a la veneración de los fieles que en gran número no faltan nunca a la cita. Igualmente en la celebración del Corpus Christi, es habitual que el obispo de la ciudad, bendiga a los participantes en los actos religiosos desde el balcón principal de la Catedral, al finalizar la solemne procesión.
Esta sagrada y venerada reliquia, considerada patrimonio espiritual de la Cristiandad se guarda celosamente en su relicario, la Santa Iglesia Catedral de Jaén, santuario de amor y centro de peregrinacion de todo el orbe cristiano, y que a lo largo del tiempo ha hecho que se identifique a la ciudad de Jaén como la ciudad del "Santo Reino".
Son varias las versiones que nos hablan de la llegada a Jaén de la sagrada reliquia. Una de ellas nos narra cómo fue traída a Jaén desde la ciudad de Roma por San Eufrasio, uno de los varones apostólicos que evangelizó la región andaluza. Otra versión la relaciona con el rey Fernando III el Santo, que conquistó nuestra ciudad allá por 1246.
La presencia del Santo Rostro en Jaén, está aceptada -aunque sin precisar fecha exacta- allá por el siglo XIV, aunque otras versiones se remontan a los años entre 1368 a 1383, época en que nuestra diócesis estaba regida por el obispo Nicolás de Biedma, llegando incluso a contemplarse la posibilidad de que fuese una donación de este prelado a la ciudad.
La reliquia del Santo Rostro se guarda en el interior de una enorme caja fuerte construída en la Capilla Mayor del templo matriz de la ciudad, y en cuyo interior se coloca un arca de plata de aproximadamente 40 centímetros de anchura, 63,5 de alto y 25,55 de fondo, todo ello precintado por "siete llaves".
Arropando a la tradición, numerosos escritos y estudios aseguran que el Santo Rostro no es una pintura, sino una imagen impresa, que está colocada sobre una tabla de 22 por 30 centímetros y a su vez enmarcada por una joya, auténtica filigrana en plata y piedras preciosas obra del platero cordobés José Francisco de Valderrama (en su confección se emplearon 191 rubíes, 210 esmeraldas y 193 diamantes), que en su parte superior posee un hermosísimo lazo de brillantes obra de Félix Granda que lo hizo en 1940 y que fue donado por la Marquesa del Rincón de San Ildefonso y que vino a sustituir a otro desaparecido en la guerra civil de 1936-1939, que a su vez había regalado la Marquesa de Montemar.
Allá por el año 1529, el obispo de Jaén Esteban Gabriel y Merino obtuvo del Papa Clemente VII una Bula que otorgaba indulgencia plenaria a todo aquel que contribuyera a las obras de reconstrucción de la Catedral y autorizó una cofradía fundada para su culto (compuesta por veinte mil hombres y mujeres) que tendrían que contribuir "con un real de plata cada uno" al año, para las obras de la catedral.
Esta cofradía fundada en 1530 desapareció hacia el año 1843 de forma definitiva y aunque hubo algunos intentos, no se volvió a reorganizar.
Los Reyes de España, desde la época de Felipe II (en 1570) hasta nuestro actual monarca Juan Carlos I (en 1980) se han postrado ante la reliquia del Santo Rostro de Cristo de Jaén.
Igualmente numerosos Papas, entre los que cabe destacar a Julio III o Clemente VII han concedido gracias especiales peregrinaciones, en especial dos veces al año en los días en que se celebran la Asunción y el Viernes Santo, en los que la imagen del Santo Rostro bendecía desde el altar mayor, los púlpitos y los balcones de la fachada catedralicia a los numerosísimos fieles que en tales fechas se aglutinaban en la ciudad y a todos los campos.
En la actualidad cada viernes la reliquia ante la que se han postrado reyes, autoridades religiosas, jefes de estado y millones de personas, se muestra y presenta a la veneración de los fieles que en gran número no faltan nunca a la cita. Igualmente en la celebración del Corpus Christi, es habitual que el obispo de la ciudad, bendiga a los participantes en los actos religiosos desde el balcón principal de la Catedral, al finalizar la solemne procesión.
Hace algunos años, confeccioné un pequeño reportaje titulado “Jaén, religiosidad popular”, monográfico dedicado al Santo Rostro, con imágenes que estimo de interés y que voy a compartir con vosotros. Espero que sea de vuestro agrado.
Balcón de la fachada principal del templo catedralicio, con la imagen del Santo Rostro tallada en piedra.
VÍDEOS Y ENLACES SOBRE
LA VENERADA RELIQUIA DEL SANTO ROSTRO
LA VENERADA RELIQUIA DEL SANTO ROSTRO
VÍDEO SOBRE LA SAGRADA RELIQUIA DEL SANTO ROSTRO DE JAÉN.
Lugar del altar mayor donde se guarda la reliquia del Santo Rostro de Cristo.
LA LEYENDA DEL SANTO ROSTRO DE JAÉN
Cuentan los evangelios apócrifos, que caminando Jesús de Galilea hacia el Monte Calvario, se acercó hasta El una mujer joven para limpiarle el sudor de su faz, quedando estampado en el sudario utilizado el rostro del Nazareno.
El sudario estaba doblado, razón por la que quedaron estampados tres rostros. Uno de ellos, según la tradición, es el que está guardado bajo siete llaves en la Santa Iglesia Catedral de Jaén.
Cierta es la popular creencia de que son siete llaves, e incluso más, si se comienza a contar desde la puerta de la verja de la Catedral, la de entrada al templo, la que da acceso a la capilla principal, la que abre la caja fuerte que alberga la Santa Faz, hasta llegar a la urna que guarda la valiosa reliquia.
Entrando de nuevo en el mágico mundo de la leyenda, encontramos una de origen muy remoto, que nos relata la razón por la que el Santo Rostro de Cristo llega desde Roma hasta la ciudad de Jaén.
Una versión sitúa el momento de tan fantástica historia en la época en que fue obispo de Jaén San Eufrasio, uno de los siete varones apostólicos y evangelizador de la provincia. En otra, sin embargo, se nos traslada al tiempo en que fue Obispo de la diócesis D. Nicolás de Viedma.
Dicen que estando un Obispo de Jaén cenando, escuchó un gran alboroto, unido a escandalosas risas y comentarios jocosos de unos insanos diablillos, que guardaba encerrados en un jarrón de boca estrecha y base ancha, de esos que llamamos redoma.
No pudiendo concentrarse en lo que estaba haciendo el obispo, ya que agitaban sus alas y reían con gran estrépito, se acercó sigiloso hasta el jaleoso jarrón sin que le vieran. Una vez encontró el sitio apropiado, escuchó con interés para averiguar la razón de semejante jolgorio.
Los pequeños demonios estaban relatando, entre risas ensordecedoras, los grandes pecados de Su Santidad el Papa. En los abismos infernales, según noticias que habían recibido, estaban esperando el momento de su muerte para celebrar una gran fiesta. Relataban satisfechos los pecados del Pontífice, con ansiedad de que llegara el instante en que éste bajara hasta las infernales llamas, que parecía ser inminente.
Quedó asombrado y boquiabierto el Obispo por lo que escuchó. Preocupado por el casi inmediato y horrible destino de Su Santidad, comenzó a pensar de qué modo podría avisar al Santo Pontífice antes de su fallecimiento, consiguiendo quizá su arrepentimiento y robando a los infernales lugares el dominio de un alma papal.
Por más que pensó el resultado era estéril. Sólo viajando a Roma podría hablar con el Pontífice y conseguir de él un arrepentimiento. Pero ¿cómo llegaría hasta la ciudad eterna? Eran muchos los días necesarios para llegar al Vaticano, y para ese momento el Papa ya habría fallecido.
Una genial idea le vino a la mente. Si convencía a uno de los diablillos para que lo llevaran volando hasta la ciudad de Roma, podría llegar a tiempo de prevenir al Papa de su fatal destino, consiguiendo salvar su alma antes de que le sobreviniera la muerte.
Con paso firme y decidido, se acercó al lugar donde los diablillos celebraban la infernal noticia. Callaron rápidamente al ver que el Obispo entraba en la estancia y con los ojos muy abiertos, escucharon la necesidad que el prelado tenía de viajar a Roma, para tratar asuntos urgentes con Su Santidad.
Los diablillos se miraron, asombrados de la petición del Obispo. Rápidamente uno de ellos, se mostró dispuesto a llevarle volando sobre su lomo hasta el Vaticano, pero quería saber qué recibiría a cambio de ese gran favor.
El obispo mostró su disposición a darle aquello que le pidiera. Poco tuvo que pensar el diablillo, que enseguida realizó su petición. Parece ser que el Obispo disfrutaba todas las noches de unos suculentos y opíparos banquetes, razón por la que el diablillo pidió a cambio del viaje hasta Roma, las sobras de las cenas del prelado durante el resto de su vida.
Aceptó el Obispo de Jaén la condición impuesta por el jocoso diablillo, al que le brillaban los ojos de satisfacción por el trato conseguido. Al momento, liberó de su estrecha prisión a la infernal criatura y montó el Obispo sobre su lomo. Rápidamente llegó hasta el Palacio del Papa, donde enseguida le concedieron una entrevista personal con él.
El Santo Pontífice, impresionado por la visita del Obispo de Jaén, escuchó con atención lo que éste fue a relatarle. Al momento se dio cuenta de que la suma de sus pecados se había convertido en una condena infernal. Mientras, el prelado jiennense lanzaba bendiciones y agua bendita por aquella estancia intentando purificarla.
Se escucharon ruidos y lamentos ensordecedores, unido a un intenso olor a azufre, hasta que el Papa, al arrepentirse de los males cometidos, consiguió salvar su alma.
Tan agradecido quedó al Obispo que le había salvado del infierno, que le entregó el Santo Rostro de Cristo en señal de gratitud.
Solucionado el problema, volvió feliz el prelado a montar sobre el diablillo, con el Santo Rostro apretado entre sus brazos. Regresó de nuevo surcando los aires hasta la ciudad de Jaén, donde quedó guardado para siempre tan preciado sudario.
El diablillo, satisfecho del trato que había realizado con el Obispo, esperaba con ruido en las tripas el grandioso festín de esa noche. Sin embargo, nos cuenta esta leyenda, que a partir de ese momento, el prelado decidió que sus cenas estuvieran compuestas de un único plato.
Desde entonces y hasta su muerte, cada anochecer, saboreaba un cuenco de exquisitas nueces, dándole al ansioso y hambriento diablillo las sobras de su cena, que no eran sino las cáscaras del apetitoso fruto.
El sudario estaba doblado, razón por la que quedaron estampados tres rostros. Uno de ellos, según la tradición, es el que está guardado bajo siete llaves en la Santa Iglesia Catedral de Jaén.
Cierta es la popular creencia de que son siete llaves, e incluso más, si se comienza a contar desde la puerta de la verja de la Catedral, la de entrada al templo, la que da acceso a la capilla principal, la que abre la caja fuerte que alberga la Santa Faz, hasta llegar a la urna que guarda la valiosa reliquia.
Entrando de nuevo en el mágico mundo de la leyenda, encontramos una de origen muy remoto, que nos relata la razón por la que el Santo Rostro de Cristo llega desde Roma hasta la ciudad de Jaén.
Una versión sitúa el momento de tan fantástica historia en la época en que fue obispo de Jaén San Eufrasio, uno de los siete varones apostólicos y evangelizador de la provincia. En otra, sin embargo, se nos traslada al tiempo en que fue Obispo de la diócesis D. Nicolás de Viedma.
Dicen que estando un Obispo de Jaén cenando, escuchó un gran alboroto, unido a escandalosas risas y comentarios jocosos de unos insanos diablillos, que guardaba encerrados en un jarrón de boca estrecha y base ancha, de esos que llamamos redoma.
No pudiendo concentrarse en lo que estaba haciendo el obispo, ya que agitaban sus alas y reían con gran estrépito, se acercó sigiloso hasta el jaleoso jarrón sin que le vieran. Una vez encontró el sitio apropiado, escuchó con interés para averiguar la razón de semejante jolgorio.
Los pequeños demonios estaban relatando, entre risas ensordecedoras, los grandes pecados de Su Santidad el Papa. En los abismos infernales, según noticias que habían recibido, estaban esperando el momento de su muerte para celebrar una gran fiesta. Relataban satisfechos los pecados del Pontífice, con ansiedad de que llegara el instante en que éste bajara hasta las infernales llamas, que parecía ser inminente.
Quedó asombrado y boquiabierto el Obispo por lo que escuchó. Preocupado por el casi inmediato y horrible destino de Su Santidad, comenzó a pensar de qué modo podría avisar al Santo Pontífice antes de su fallecimiento, consiguiendo quizá su arrepentimiento y robando a los infernales lugares el dominio de un alma papal.
Por más que pensó el resultado era estéril. Sólo viajando a Roma podría hablar con el Pontífice y conseguir de él un arrepentimiento. Pero ¿cómo llegaría hasta la ciudad eterna? Eran muchos los días necesarios para llegar al Vaticano, y para ese momento el Papa ya habría fallecido.
Una genial idea le vino a la mente. Si convencía a uno de los diablillos para que lo llevaran volando hasta la ciudad de Roma, podría llegar a tiempo de prevenir al Papa de su fatal destino, consiguiendo salvar su alma antes de que le sobreviniera la muerte.
Con paso firme y decidido, se acercó al lugar donde los diablillos celebraban la infernal noticia. Callaron rápidamente al ver que el Obispo entraba en la estancia y con los ojos muy abiertos, escucharon la necesidad que el prelado tenía de viajar a Roma, para tratar asuntos urgentes con Su Santidad.
Los diablillos se miraron, asombrados de la petición del Obispo. Rápidamente uno de ellos, se mostró dispuesto a llevarle volando sobre su lomo hasta el Vaticano, pero quería saber qué recibiría a cambio de ese gran favor.
El obispo mostró su disposición a darle aquello que le pidiera. Poco tuvo que pensar el diablillo, que enseguida realizó su petición. Parece ser que el Obispo disfrutaba todas las noches de unos suculentos y opíparos banquetes, razón por la que el diablillo pidió a cambio del viaje hasta Roma, las sobras de las cenas del prelado durante el resto de su vida.
Aceptó el Obispo de Jaén la condición impuesta por el jocoso diablillo, al que le brillaban los ojos de satisfacción por el trato conseguido. Al momento, liberó de su estrecha prisión a la infernal criatura y montó el Obispo sobre su lomo. Rápidamente llegó hasta el Palacio del Papa, donde enseguida le concedieron una entrevista personal con él.
El Santo Pontífice, impresionado por la visita del Obispo de Jaén, escuchó con atención lo que éste fue a relatarle. Al momento se dio cuenta de que la suma de sus pecados se había convertido en una condena infernal. Mientras, el prelado jiennense lanzaba bendiciones y agua bendita por aquella estancia intentando purificarla.
Se escucharon ruidos y lamentos ensordecedores, unido a un intenso olor a azufre, hasta que el Papa, al arrepentirse de los males cometidos, consiguió salvar su alma.
Tan agradecido quedó al Obispo que le había salvado del infierno, que le entregó el Santo Rostro de Cristo en señal de gratitud.
Solucionado el problema, volvió feliz el prelado a montar sobre el diablillo, con el Santo Rostro apretado entre sus brazos. Regresó de nuevo surcando los aires hasta la ciudad de Jaén, donde quedó guardado para siempre tan preciado sudario.
El diablillo, satisfecho del trato que había realizado con el Obispo, esperaba con ruido en las tripas el grandioso festín de esa noche. Sin embargo, nos cuenta esta leyenda, que a partir de ese momento, el prelado decidió que sus cenas estuvieran compuestas de un único plato.
Desde entonces y hasta su muerte, cada anochecer, saboreaba un cuenco de exquisitas nueces, dándole al ansioso y hambriento diablillo las sobras de su cena, que no eran sino las cáscaras del apetitoso fruto.
Texto leyenda del Santo Rostro: Gentileza de Rafael Cámara Expósito (Asociación Iuventa).
Textos iniciales y resumen histórico: Modesto Martínez Elías.
Vídeo sobre la Sagrada Reliquia del Santo Rostro: Modesto Martínez Elías.
Vídeo: Historia del Santo Rostro. Enlace Youtube Somucisa-OndaJaén TV.
Fotografías: Modesto Martínez Elías y archivo Youtube..
(http://jaendonderesido.blogspot.com/)
Textos iniciales y resumen histórico: Modesto Martínez Elías.
Vídeo sobre la Sagrada Reliquia del Santo Rostro: Modesto Martínez Elías.
Vídeo: Historia del Santo Rostro. Enlace Youtube Somucisa-OndaJaén TV.
Fotografías: Modesto Martínez Elías y archivo Youtube..
(http://jaendonderesido.blogspot.com/)
existe alguna oración especifica para el Santo Rostro? gracias
ResponderEliminarSoy Carlos Lasierra, doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza. He encontrado en la Aldehuela de Liestos, (Zaragoza) un cuadro del siglo XVIII, que representa la leyenda de San Eufrasio. El santo en el centro. a su izqyuierda su casa a las afueras de la ciudad y la escena del diablo cargándolo sobre sus hombros. A la derecha el santo dialoga con los diablilols encerrados en la redoma. Es una iconografía muy extraña por Aragón. Si estáis interesados se va apublicar un libro sobre está iglesia en la Institución Fernando el Católico de la Diputación Provincial de Zaragoza. Si queréis una foto del cuadro ospodéis poner en contacto conmigo en carloslasierra@gmx.es
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