Muy queridos fieles diocesanos:
El Papa Juan Pablo II precisaba que la Iglesia debe ser no sólo “casa” sino también “escuela” de comunión.
La Iglesia vive esta comunión desde sus comienzos, movida por el impulso transformador del Espíritu Santo recibido en Pentecostés. Los Hechos de los Apóstoles narran que aquellos primeros cristianos “tenían un solo corazón y una sola alma”. Es decir, vivían conforme a lo que Jesús les había enseñado: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13,35).
Al describir esta experiencia de la primitiva comunidad cristiana, los Hechos de los Apóstoles mencionan no sólo la oración, la Eucaristía, la escucha de la Palabra de Dios, sino también el aporte económico de los fieles para el sostenimiento la comunidad eclesial (Cf. Hch. 4, 35). Lo que pone de manifiesto que, si bien la comunión de una comunidad cristiana no se reduce solamente a la participación en el aporte económico para la obra evangelizadora, tampoco la participación puede ser plena sin dicho aporte.
Ya hace algunos años que venimos convocando a esta participación en la obra evangelizadora de la Iglesia. Es indudable que se van cosechando frutos: pero es necesaria una respuesta aún más amplia y profunda, aportando cada uno su propia ayuda «a las necesidades materiales de la Iglesia» (Cat. 2043).
Por último decirles, que para nosotros, la transparencia es, además de un gesto de buena administración, una obligación. Hemos de ser transparentes con los que nos ayudan y con todos. Por eso hacemos la rendición de cuentas y publicamos nuestros balances anualmente.
Agradezco la atención que prestarán a esta jornada de la Iglesia Diocesna. La comunión es un don de Dios y lo debemos implorar, pero también reclama nuestra respuesta generosa.
Os bendigo, en el Nombre del Señor, muy agradecido.
+ RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ,
OBISPO DE JAÉN
Texto y Fotografía: Diócesis de Jaén.
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