En este mes de agosto en que los políticos "descansan", por decir algo, los bares cierran masivamente por vacaciones yo diría que casi forzosas y Jaén se encuentra prácticamente vacío, JAENDONDERESIDO aprovecha para traeros noticias, reportajes y eventos que en su día, por la premura de tiempo no pudimos reflejar, y que ahora, con más calma, os ofrecemos.
He querido rescatar del archivo de JAENDONDERESIDO este sencillo acto que tuvo lugar en la típica plazoleta de San Bartolomé, porque para mi, y muchos de los que estuvimos presentes en este reencuentro con nuestro querido “golfillo” tiene unos recuerdos muy especiales.
Esta plazuela, que antiguamente albergaba uno de los centros de enseñanza más prestigiosos de Jaén en su época dorada, el Colegio de San Agustín, tenía precisamente en el centro, tal como ha quedado hoy, esta sencilla estatua, por la que todos los que tuvimos la fortuna de estudiar en dicho centro, sentíamos un especial aprecio, que en no pocas ocasiones sufrió las “trastadas” de algún que otro estudiante, y que apareció en más de una ocasión con algunos aditamentos “extras”, como por ejemplo, cigarrillos en la oreja, balones de plástico entre los pies, un simulado bozal en los hocicos del perrillo, etc.
Eran burlas sanas, que no atentaban contra la integridad de la escultura pero, con el tiempo, algunos actos vandálicos se cebaron con el muchacho, que sufrió ciertas “amputaciones”.
La escultura obra de Constantino Unguetti se trasladó al antiguo Parque de La Victoria, y fue allí donde algún malnacido “decapitó” a nuestro golfillo, que desapareció definitivamente de la ciudad en el año 2004, y cuya estatua en piedra dormía el sueño de los justos hasta que hace muy poquito, la Escuela de Arte José Nogué, a través de su alumnado, nos la ha devuelto, sana y salva, eso sí, con ciertas características que la hacen más duradera y menos vulnerable a los malintencionados vándalos.
La actual escultura, fiel réplica de la original, posee una base de unos 200 kilos de peso aproximados y ha sido confeccionada en aluminio.
El acto de la “devolución” a la ciudad de esta típica estatua, se llevó a cabo, el pasado 19 de abril, y resultó de lo más sencillo y natural. Estaba presente la hija del escultor, que no pudo evitar emocionarse y a la que acompañaban miembros de la corporación municipal y otras personalidades, entre las que se encontraban algunos profesores del añorado Colegio de San Agustín, y con los que aparezco en una de las fotografías.
También hicieron acto de presencia asociaciones defensoras del casco histórico como José Lozano (presidente de la federación de a sociaciones vecinales Más Voluntades) y Guadalupe Espinosa (presidenta de la A. VV. Unidos por la Merced).
Bienvenido sea otra vez nuestro querido “Golfillo sentado con su perro”, y esperemos que las malas artes destructivas de algunas mentes enfermizas, dejen en paz al muchacho.
Por mi parte tengo que deciros que a mi mente afloraron muchos y gratos recuerdos de mi estancia en San Agustín, resultando emotivo el reencuentro con tres de mis profesores, Pilar Palazón (latín), Pepe Lozano (matracas) y Juani Mata, nuestra querida “Juanita” (geografía), y cómo no, en la mente de todos la persona de su director Don Cándido Nogales.
Diré como observación, que me resultó desagradable observar cómo lo que antes era la fachada del colegio ahora es una blanca pared, mancillada vergonzosamente por algún que otro “artista frustrado” que más vale se metiese las pinturas en “cierta parte” y se diera una vuelta por la Escuela de Arte José Nogué. Seguro que mejoraría su técnica y dejaría de emborronar paredes de forma tan lamentable.
Texto y fotografías: Modesto Martínez Elías.
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